Llegó a mi vida y la cambió por completo. Todavía me asombro
del amor que siento por este pequeño. Cada día que pasa me siento más unida a
él, y es que ya no concibo esta vida sin que él este en ella.
Está creciendo muy rápido, ya pesa casi un kilo y medio más
de cuando nació, y eso se le nota en la cara, en la cual está creciendo una
rica y “gostosa” papadota que me encanta atiborrar de besitos y pedorretas. Ya
comienza a mantener su cabecita por segundos y es que le encanta cotillear
todo. Le encanta buscar las caras y los ojos de sus papis, los cuales le
correspondemos con miles de sonrisas y muecas.
Poco a poco le voy viendo más como a un bebote y no como a
un recién nacido, y esto me alegra muchísimo, pero a la vez me entristece
pensar que estos momentos nunca volverán. Es impresionante tener añoranza mirando
las fotos cuando tan solo ha pasado un mes desde que nació, ¡pero es que crecen
tan rápido!
Aunque no todo está siendo de color de rosa. Ilusa de mi
pensaba que cuando pasaran los molestares del postparto todo iría sobre ruedas,
y aunque efectivamente si han mejorado, no lo llevo todo lo bien que debiera.
No puedo decir que el peque sea llorón, porque sería mentir,
pero tampoco es un bebe tranquilo. Llora con bastante facilidad, sobre todo
cuando tiene sueño, y es este el tema que me trae por el camino de la amargura.
Pruebo de todo con él, pero parece que nada funciona. Cada vez que tiene que
dormir, que es bastante a menudo porque es muy dormilón, es una lucha. Nunca
consigue conciliar el sueño solo, ni siquiera cuando esta ya medio dormido. Es dejarle
en la cuna, capazo o hamaquita y ponerse a llorar como si estas tuvieran
pinchos. En brazos se duerme bastante bien, a no ser que intentes ponerle
varias veces en su cama, que después de despertarse varias veces se le acaba
acumulando el sueño y ya ni en brazos duerme. Llora tanto que a veces no
sabemos si son cólicos (que también los tiene) o simplemente que está agotado.
Es complicado, porque yo no puedo dejarle llorar y mi pareja
cree que debemos atenderle pero sin llegar a cogerle ¡pero así sigue llorando y
hasta se pone morado! Con lo que ya hemos tenido alguna discusión que otra.
Bueno, ahora estoy intentando encontrarle un patrón de
sueño. La idea la saque de la compañera blogger “duerme feliz, sin llorar” y es
comenzar a apuntar las rutinas naturales del bebé para intentar amoldarme a él
y crear una rutinilla flexible. Quizás si encuentro ese patrón de sueño, pueda
adelantarme y ponerle a dormir antes de que esté realmente cansado y ya no
pueda.
A parte está el tema de que tienen que aprender a
diferenciar el día de la noche, y me recomendaron que echara las siestas en
sitios iluminados y con ruido. Hasta ahora lo he hecho así pero esto ya se acabó. Tengo la sensación, y
no creo que me equivoque que el nene se espabila muchísimo con la luz, y es que
como ya he dicho antes ya intenta observarlo todo, girando como loco la cabeza
cada vez que escucha algún ruido o nuestras voces.
Por el momento hoy le he puesto a dormir en el capazo con
una mantita por encima para quitar la luz y ya lleva más de una hora durmiendo
el solo y a la primera (estoy que no me lo creo).
Ya os iré contando cómo vamos.
Por la noche la verdad que poca guerra me da (aunque algún
día sí que se me despendola). Se despierta cada dos horas a comer y suele coger
bastante bien el sueño, pero esto tiene su porque, y es que finalmente acabé
comprando una cuna colecho. Pero esto ya lo contaré en otra entrada.