Y con la llegada de la primera y sus primeros rayos de sol,
pasó lo más difícil.
Las cosas cada día van siendo un poco más sencillas, y es
que para mí, los primeros meses de mi niño, no han sido nada fáciles.
Soy tremendamente feliz cada vez que le miro, sobre todo a
primera hora de la mañana, cuando abre sus ojos y al verme lanza esa sonrisota
de felicidad, pero reconozco que ha habido momentos en los que pensaba que la
situación me sobrepasaba.
Las primeras semanas fueran muy duras por el postparto, el
cual, debido a la episotomía y lo floja que me quedé lo llevé bastante mal y
cuando físicamente ya estaba recuperada el peque comenzó con los cólicos y
problemas de sueño (espero que estas dos cosas estén relacionadas, porque de
ser así pronto cesará).
A partir de la tercera semana el peque comenzó a llorar todo
el día. Recuerdo que después de cada siesta solo pasaba 10 minutos tranquilo,
para comenzar a llorar de nuevo. Era frustrante y había días que me sentía
super deprimida, sobre todo cuando estaba con otras mamás que no tenían ninguno
de estos problemas (lo sé… la envidia me podía… pero ver a esos pequeñines tan
tranquilos, que se quedaban dormiditos en sus carritos, con los cuales podían
pasear porque no les montaban la de Dios por la calle, y a los cuales podían
llevar en coche sin que pareciera que les estaban torturando, podía conmigo… y
para que decirlo, aun me puede jeje).
Semana a semana, los minutos que el peque aguantaba
despierto sin llorar fueron aumentando, hasta llegar a hoy, ¡¡que me aguanta
hasta una hora!! ¡¡menuda maravilla!! Después de esta hora comienza a llorar
porque no consigue dormirse y ahí empezamos la batalla, aunque todo hay que
decirlo, por las mañanas suele ser mucho menos dramático el dormir, imagino que
no tiene tanto sueño acumulado como por las tardes y es capaz de conciliarlo
mejor.
Las tardes siguen siendo difíciles, pero mucho más llevaderas,
ya que el resto del día nos da una pequeña tregua. Imaginaos la intensidad de
mis tardes, que hasta mi vecina llama a mi puerta preocupada por los gritos del
enano (si… por la tarde no llora, GRITA, que menudo genio está echando).
Por las noches sí que hemos notado una mejoría muy
considerable. Con la rutina de baño, tetita y a la cama a las 9 (hora arriba
hora abajo) ¡¡hemos conseguido que se duerma a la primera y mamando!! (lo de
mamando ya lo explicaré, y es que mi niño se pega unas peleas con el pecho que
casi siempre acaba llorando después de la toma).
De hecho consigo dormirle tumbado en su cuna colecho o en mi
cama, algo impensable por el día. El resto de la noche, se la pasa despertándose
cada dos horas para mamar, que probablemente a algunas os parezca mucho y que
no hay demasiado para celebrar, pero para mi esto es una gozaba, ya que por lo
menos ahora entiende que tiene que mamar y volverse a dormir sin armar ningún
escándalo. Y es lo que hace. A las 8 o 9 ya me tiene en pie, pero yo más feliz
que un regaliz.
Esto me da muchas esperanzas, ya que pienso, que si es capaz
de coger el sueño tan bien por la noche, en algún momento podrá hacerlo también
durante el día.
Bueno, no sigo porque ya se ha despertado y me exige salir
de la mochila, ¡¡cualquier le lleva la contraria!!
Así que resumiendo, ya estoy saliendo de ese túnel, donde
parecía que nunca veríamos la luz, y por fin puedo decir que empiezo a
disfrutar de este pequeño milagrito, por el que tanto luché y al que tanto amo.
Por cierto, disculpad si en alguna entrada no contesto
vuestros comentarios, pero el peque no siempre me da espacio para meterme en el
ordenador, y desde el móvil no me gusta nada nada escribir, ya que entre que falla
mucho y que soy mucho más lenta escribiendo, ilusa de mi, siempre espero a tener un rato para conectarme.
De todos modos me encanta que me escribáis, y que me deis consejitos (ya que yo
estoy super perdida), que me contéis como van vuestros peques, o como van
vuestras búsquedas. Estoy muy pendiente de vosotras.