viernes, 28 de febrero de 2014

1 mes... conociéndonos



Llegó a mi vida y la cambió por completo. Todavía me asombro del amor que siento por este pequeño. Cada día que pasa me siento más unida a él, y es que ya no concibo esta vida sin que él este en ella.
Está creciendo muy rápido, ya pesa casi un kilo y medio más de cuando nació, y eso se le nota en la cara, en la cual está creciendo una rica y “gostosa” papadota que me encanta atiborrar de besitos y pedorretas. Ya comienza a mantener su cabecita por segundos y es que le encanta cotillear todo. Le encanta buscar las caras y los ojos de sus papis, los cuales le correspondemos con miles de sonrisas y muecas.
Poco a poco le voy viendo más como a un bebote y no como a un recién nacido, y esto me alegra muchísimo, pero a la vez me entristece pensar que estos momentos nunca volverán. Es impresionante tener añoranza mirando las fotos cuando tan solo ha pasado un mes desde que nació, ¡pero es que crecen tan rápido!

Aunque no todo está siendo de color de rosa. Ilusa de mi pensaba que cuando pasaran los molestares del postparto todo iría sobre ruedas, y aunque efectivamente si han mejorado, no lo llevo todo lo bien que debiera.
No puedo decir que el peque sea llorón, porque sería mentir, pero tampoco es un bebe tranquilo. Llora con bastante facilidad, sobre todo cuando tiene sueño, y es este el tema que me trae por el camino de la amargura. Pruebo de todo con él, pero parece que nada funciona. Cada vez que tiene que dormir, que es bastante a menudo porque es muy dormilón, es una lucha. Nunca consigue conciliar el sueño solo, ni siquiera cuando esta ya medio dormido. Es dejarle en la cuna, capazo o hamaquita y ponerse a llorar como si estas tuvieran pinchos. En brazos se duerme bastante bien, a no ser que intentes ponerle varias veces en su cama, que después de despertarse varias veces se le acaba acumulando el sueño y ya ni en brazos duerme. Llora tanto que a veces no sabemos si son cólicos (que también los tiene) o simplemente que está agotado.

Es complicado, porque yo no puedo dejarle llorar y mi pareja cree que debemos atenderle pero sin llegar a cogerle ¡pero así sigue llorando y hasta se pone morado! Con lo que ya hemos tenido alguna discusión que otra.
Bueno, ahora estoy intentando encontrarle un patrón de sueño. La idea la saque de la compañera blogger “duerme feliz, sin llorar” y es comenzar a apuntar las rutinas naturales del bebé para intentar amoldarme a él y crear una rutinilla flexible. Quizás si encuentro ese patrón de sueño, pueda adelantarme y ponerle a dormir antes de que esté realmente cansado y ya no pueda.
A parte está el tema de que tienen que aprender a diferenciar el día de la noche, y me recomendaron que echara las siestas en sitios iluminados y con ruido. Hasta ahora lo he hecho así  pero esto ya se acabó. Tengo la sensación, y no creo que me equivoque que el nene se espabila muchísimo con la luz, y es que como ya he dicho antes ya intenta observarlo todo, girando como loco la cabeza cada vez que escucha algún ruido o nuestras voces.
Por el momento hoy le he puesto a dormir en el capazo con una mantita por encima para quitar la luz y ya lleva más de una hora durmiendo el solo y a la primera (estoy que no me lo creo).
Ya os iré contando cómo vamos.  

Por la noche la verdad que poca guerra me da (aunque algún día sí que se me despendola). Se despierta cada dos horas a comer y suele coger bastante bien el sueño, pero esto tiene su porque, y es que finalmente acabé comprando una cuna colecho. Pero esto ya lo contaré en otra entrada. 




viernes, 21 de febrero de 2014

Que llevar al hospital


Esta entrada la hago para todas las que os queda poquito para dar a luz (o no tan poquito pero en unos meses estaréis a puntito) y al igual que me pasó a mí, tenéis dudas sobre que llevar o no al hospital.

Lo primero decir que yo fui a un hospital público, y que en estos te proporcionan la mayoría de lo que necesitas, diferente es en los privados, en los que tendréis que informaros.

Para la mama:
-          Un par de calcetines.
-          Gel  de baño neutro. Yo me llevé gel de ducha normal, pero no pude usarlo porque al realizarme la episotomía tenía que lavarme con un gel neutro, así que tuve que estar lavándome con esas esponjas taaan ásperas y que tan poco jabón suelta (un asco). Llevar también champú.
-          Cepillo y pasta de dientes.
-          ¿camisón? Yo llevé un par, pero no usé ninguno. Yo tenía tanta sangre que manchaba una media de 3 camisones diarios. Lo bueno del hospital es que te proporcionan camisones siempre que los pides. Son feísimos, y antes de estar ingresada pensaba que jamás recibiría visitas en esas fachas, pero en el momento de la verdad me dio exactamente igual. Estaba tan hecha polvo que lo último que me importaba era el que podía pensar la gente que venía a verme. Las toallas más de lo mismo, os las dan allí y mejor que así sea puesto que las tendréis que echar a lavar cada vez que os duchéis.
-          Bragas, o desechables que venden en farmacia o viejitas que vayas a tirar. Haceros a la idea de que vais a mancharlas y que directamente irán a la basura. Llevar por lo menos 7… más vale que sobren.
-          Sujetadores de lactancia (si vais a dar el pecho). Llevar unos cuantos por si os sube la leche rápido. Sino lo hace no lo manchareis, pero con la subida de la leche se manchan muchísimo.  
-          Zapatillas de estas por casa, super importante.
-          Móvil y cargador.
-          Tarjeta sanitaria, DNI e informes del embarazo.
-          ¿Compresas? A mí me dieron muchísimas en el hospital. Cada vez que pedía me traían un paquete nuevo. No me hizo falta ni para el alta, porque me lleve un paquete que había sobrado jeje
-          ¿Bata?. Yo llevé, pero en mi hospital hacía un calor horrible, así que no la usé (para pena de mi madre que se la llevaban los demonios cuando me veía circular por el hospital para ir a neonatos con ese horrible camisón jaja).
-          Ropa para el alta. Como la tripa no la pierdes en los primeros 3 días, yo salí con la misma ropa con la que entré.
-          Yo me llevé cositas para pasar el tiempo, sobre todo en el parto, como el ipod, pero no usé nada. El parto fue tan rápido que no dio tiempo a aburrirnos, y una vez que nace el bebe ya podéis imaginaros el poco tiempo que tienes (además que no tienes nada más en la cabeza que a tu propio bebé).

Para el bebe:
Lo mismo que para la mamá os lo dan casi todo. No intentéis llevarle ropita para su estancia en el hospital porque os la van a quitar, ya que prefieren tenerles con una ropa fácil de quitar.

-          Gorritos. El que le ponen es feísimo y es de las pocas cosas que os dejan ponerle a vuestro gusto.
-          Manoplas para que no se arañen la cara.
-          Calcetines.
-          Mantita suave. A mí me hicieron unas mantitas pequeñitas muy suaves que le vinieron muy bien, puesto que en el hospital las sabanas con muy duras y ásperas.
-          Ropa y abrigo para el alta.
-          ¿Chupete? Pues depende. Yo no lo llevé por eso de que hasta que no está establecida la lactancia no conviene liarles mucho y la verdad que me arrepentí mucho. Estuve una noche entera poniendo mi dedo meñique en su boca para calmarlo.

Como veis no es necesario llevar muchas cosas. No tendréis una estancia llena de glamour pero estaréis cubiertas.

miércoles, 19 de febrero de 2014

El postparto, ¡ese gran olvidado!



El postparto, ¡ese gran olvidado!
Al menos en mi caso nadie me habló del postparto (apenas una sesión en las clases preparto y ya). Todo el mundo al hablar de sus experiencias te hablan del embarazo, de cómo quedaron, los primeros días de tu niño en el mundo, lo duro de criarlos, etc. Pero casi nadie te habla de lo que ocurre en tu cuerpo una vez que tu niño ve por primera vez la luz.
Lo cierto es que yo tampoco me lo planteé ni pregunté. Quizás ilusa de mi, pensaba que todo acababa el día que conoces a tu bebe y que las dificultades para entonces ya serían otras (todas relacionadas con el peque). Ojalá!

El primer día postparto, o mejor dicho el mismo día, todavía con el efecto de la epidural y con el subidón hormonal, apenas me percataba de nada. Yo estaba en mi nube y no era muy consciente de lo que ocurría. Pero pasadas unas horas la realidad comenzó a imponerse.
El peque comenzaba a llorar y yo no podía ni incorporarme en la cama por el dolor de los puntos y la sensación de que me iba a abrir de lado a lado… ya sabéis donde.

Es posible que quede un poco de mal gusto hablar de esto, pero es la realidad, y todas tenemos que saber lo que va a pasar para luego no llevarnos sorpresas que nos dejen más aun hechas polvo. ¿Cuánto se puede sangrar después de un parto? Yo conocía eso de los loquios, los cuales según la matrona eran un poco más abundantes que una regla… ¿¿¿un poco??? Yo creía que me desangraba en los primeros días. Los empapadores se inundaban en pocas horas y en la cama parecía que hubiera habido una matanza.

La sensación de ahogo. No sé si a todas les pasa, pero a mí me daba la sensación de que mis pulmones todavía no se había recolocado y que estaban todavía más comprimidos que en el embarazo. Caminar hasta el baño era como subir hasta un tercer piso, y no os digo nada el llegar hasta neonatos… toda una proeza. Vamos que me sentía como una viejita de 80 años.

Las ganas de llorar. ¡Qué terrible! Yo no soy muy llorona, pero en esos días bastaba un mínimo contratiempo para que el mundo se viniera abajo y yo no encontrara salida. Menos mal que una vez que me fui encontrando mejor esto comenzó a mejorar, porque mi novio ya pensaba que estaba un poco chalada jaja

El sueño. Si os pasa como a mí (que parece que es muy habitual) y la primera fase del parto (hasta las contracciones cada 5 minutos) os empiezan por la noche, es muy probable que paséis 2 noches seguidas sin dormir. En mi caso la noche de las contracciones la pasé en vela y a las 8 de la mañana ya me fui para el hospital. La noche siguiente tampoco pude pegar ojo, para mí era imposible dormir teniendo a ese ser tan delicado que en cualquier momento podía necesitarme o ocurrirle algo (solo dormí media hora que me obligó mi novio a condición de que él se quedara despierto observando al bebe. Esta locura me dio porque al comienzo de la noche le vino una flecha con un poco de vómito y pensé que podría ahogarse… miedos).

Y qué decir de esas carnes colganderas que se te quedan. Yo iba preparada sabiendo que mi tripa sería un flan de huevo, pero ¿Qué pasó con el resto del cuerpo? Las piernas, el culo… todo perdió consistencia. Aunque lo cierto que para mí esto era un mal menor. Bastante estaba padeciendo como para sufrir por el estado de mi piel.  

Así que imaginaros el panorama, dos noches sin dormir, desangrándote como un cochinillo, con dolores (si os realizan episiotomía claro, o mucho peor si es cesárea), con una sensación constante de ahogo… ¡¡pues es normal que los primeros días se hagan tan cuesta arriba!!  Y más si no vas preparada para ello.
Mi chiquito era super bueno, ya que como casi todos los recién nacidos el problema mayor era despertarlo para que comiera mínimo cada 3 horas, pero yo me sentía inútil de no poder hacer apenas nada. Sentía verdadera culpa de no poder ocuparme de él más de lo que lo estaba haciendo su padre (menuda tontería, lo sé).

Peeeeeero… afortunadamente todo pasa, y yo ya he visto la luz. Los puntos ya se han caído y solo tengo molestias al sentarme, el cansancio ha casi desaparecido (hasta que dan las 10 y caigo como un bebe la hora que el peque me deja), la hemorragia ha ido a menos (ahora si es como una regla), los miedos van menguando y las ganas de llorar han desaparecido.

Sobre recuperar la figura… me he quedado fascinada con la velocidad en que el cuerpo se recupera después del embarazo. Yo siempre he tenido tendencia a engordar de tripa y por ello estaba hecha a la idea que después del parto me quedaría con un barrigón muy considerable.
¡Pues no! Puedo decir que en dos semanas me he quedado mejor que nunca. Es verdad que estoy más blandita, y con alguna estría (me salieron unas poquitas por encima del pubis 4 días antes de dar a luz que por cierto me encantan!! Como digo yo, son tatuajes de recuerdo de mi embarazo) ¡¡pero es mi cuerpo de mamá!!
Aunque creo que en la recuperación también ha contribuido mucho la lactancia materna… algo positivo después de los dramones con la teta jaja



jueves, 13 de febrero de 2014

Mis duros comienzos con la lactancia



Tengo tantas cosas de las que hablar a raíz de mi reciente maternidad que siento que se me van acumulando entradas, y que seguro me dejaré algún tema en el olvido, pero para mí quizás sea este uno de los más importantes.
Antes del parto ya tenía miedo a la lactancia. Me parecía bastante complicada por todo lo que había leído de posibles complicaciones. Además,  siempre he tenido los pezones muy sensibles al tacto, por lo que me imaginaba que tener a un bebe succionando cada X horas (ilusa de mi… a veces son cada X minutos) me los destrozaría.
Pues bien, mis temores se hicieron realidad, y justamente por lo que yo pensaba.

Adrián no tuvo problema en engancharse a mi pecho, de hecho en el mismo paritorio tardo unos 5 minutos en quedarse prendido, pero yo sentía dolorcillo. Ya ese primer día, me salieron mis dos primeras grietas, a las cuales nadie daba ningún sentido puesto que según las enfermeras el niño se agarraba bien. Los días posteriores fueron a peor, y en el otro pecho las grietas comenzaron a salir mientras que en el otro se multiplicaban a cada día que pasaba.
Las enfermeras, matronas y médicos en vez de ayudar y buscar posibles soluciones o dedicarme un rato para ver que estaba haciendo mal, solo se echaban las manos a la cabeza al ver que en tan poco tiempo ya tenía los pechos así, llegando incluso a decirme que de seguir así no aguantaría dar el pecho. Yo ilusa de mi, y sin ser conocedora de los dolores que tendría más adelante, aseguraba que eso no pasaría, que soportaría lo que hiciera falta hasta que mi niño aprendiera a mamar como era debido.

Es posible que la cosa no mejorara (porque a peor ya no podía ir) porque al día de dar a luz ingresaron al peque en neonatos (fue un día y medio duro, pero que finalmente quedó en un susto, y que actualmente no me gusta ni recordarlo) y claro, ahí cada tres horas le enchufaban un biberón después de una cortísima mini sesión de teta. Es posible que el peque se hiciera más lio a la hora de succionar, pero yo estaba tan hecha polvo psicológicamente por estar separada de mi pequeño que en lo último que pensaba era en eso, solo quería que me lo devolvieran, me lo habían arrancado.

Al llegar a casa las cosas empeoraron. Como ya no le dábamos biberón el nene pedía más teta, y como yo no le había dado tanta teta a consecuencia de los biberones, tardó mucho en subirme la leche, unos 5 o 6 días. Imaginaos… cada media hora el niño queriendo sacar de donde no había, ya que aunque yo si tenía bastante calostro, aquello ya no alimentaba lo suficiente a un bebe de esos días.

Total, que llegue a tener los pezones negros de tantas costras que me salían en las grietas, y el dolor cada vez que succionaba era como de cientos de cristales pinchando los pezones. Lloraba y pataleaba, pidiendo que el dolor fuera a menos durante la toma, pero eso no ocurría, hasta que llegó un día que ya a la desesperada cogí una pezonera para ver si me aliviaba (amigas mías me las habían recomendado). Efectivamente el dolor fue a menos, y cuando ya pensaba cantar victoria comenzaron las hemorragias. Las pezoneras habían abierto las grietas y la sangre salía a borbotones. Manché mi ropa, manche a mi niño, me manche entera… fue entonces cuando decidí que no podía más, que aquello no era bueno ni para mí ni para el bebe, que seguro sentía aquella desesperación cada vez que mamaba.
Ante el pánico de verme durante la noche sin tener nada que ofrecer a mi niño mande corriendo a mi novio a comprar biberones y leche de fórmula y así estuvimos un par de días, con la leche artificial y yo con unos remordimientos horribles sintiéndome la peor madre del mundo por no haberlo intentado lo suficiente.

Afortunadamente (y digo afortunadamente ahora desde la distancia porque en su momento me pareció otra putada más) tuve la subida de leche en esos días que le di el biberón, y sabía que tenía que extraerla con el extractor o podría darme una temida mastitis.  Los pechos se me pusieron como dos balones de futbol, y el dolor era también muy molesto, solo se aliviaba al sacar la leche (la cual aprovechaba y se la daba al pollito cuando juntaba cierta cantidad).

Ya me estaba planteando bajar al médico para pedir la pastilla que corta la lactancia cuando decidí, ya que tenía los pezones algo mejorados tras el descanso, darle otra oportunidad a las pezoneras. Ahora que tenía leche suficiente para amamantar a trillizos quizás mi chico se enganchara mejor y no necesitara tantas tomas.
Y eso fue lo que pasó. El dolor cada vez fue a menos, las heridas fueron curando y el comía que daba gusto verlo.
Poco a poco comencé a disfrutar de la lactancia y cuando ya me había hecho a la idea de lactar siempre con pezoneras pensé “¿por qué quedarme aquí? ¿Por qué no dar un paso más y quitármelas?” y con muuuuucho miedo lo hice en el pezón que estaba más sano. ¡apenas dolía! Estaba pletórica. Poco a poco fui dejando de usar la pezonera en ese pecho, para después ir quitándomela del otro.
Actualmente puedo decir que quedaron atrás esos tiempo oscuros. Lloré tanto… de dolor, de rabia, de impotencia.
Todavía ando con miedo a que vuelvan a salir y no paro de mirarlos después de cada toma, pero con la seguridad de que si vuelven a salir sé cómo ponerlas solución. En la noche sigo usándolas, pero probablemente esta misma noche ya las quite para ver cómo evoluciona la cosa.

Parte de este éxito se lo debo al nene. Muchos niños con un par de biberones o varios días con pezoneras acaban rechazando el pecho, pero el mío se amolda a todo. En un día podía darle bibe, pezoneras, pezón y chupete y el campeón se amoldaba a cualquier cosa. ¡¡Que paciencia ha tenido conmigo!!

Ahora estoy super satisfecha de haber conseguido mantener la lactancia, ya que estoy empezando a sentir ese vínculo que se crea entre tu bebe y tú, pero entiendo perfectamente a todas aquellas que tienen que acabar dejándola. Esta muy bien que en todos los centros de salud, hospitales, foros y demás se abogue por una lactancia materna a demanda y exclusiva, lo que no está bien es que se demonice a quien decide cortarla. Nadie te ayuda pero si te juzgan.
A mí lo único que me ayudó fue leer y leer experiencias de otras madres. Gracias a ideas de aquí y de allá conseguí ir sanando las heridas y buscando soluciones, y es por ello que me he querido extender en este relato, para todas aquellas que pasando por lo mismo necesiten saber que sí que hay salida y que si deciden seguir intentándolo probablemente lo conseguirán. Ojalá no fuera tan duro.

Ya seguiré contando cosillas sobre este tema, pero será en otra entrada, que está ya ha quedado demasiado extensa.   

Estas son las pezones que he estado usando. Estas concretamente son de la marca medela. El peque se engancho desde la primera toma.

martes, 11 de febrero de 2014

Mi parto



Hoy me ha dado por pensar en cuanto ha cambiado mi vida en tan poco tiempo. Comencé a escribir este blog cuando llevaba 11 meses de búsqueda, continué narrando todos los periplos de los tratamientos de fertilidad, y terminé narrando ese embarazo tan deseado que vino cuando menos lo esperaba.
Ahora comienzo una nueva etapa, donde hablaré de mi pequeño, de mi pollito… ¡de mi hijo! Suena tan grande esa palabra, porque este ser pequeñito es mi hijo y yo soy su madre. Conseguí mi final feliz, el final que buscaba, pero ahora comienza otro camino, el de disfrutar de mi maternidad, el de educar a mi hijo y hacer de él una gran persona, el de aprovechar cada momento a su lado porque el tiempo pasa volando y no quiero mirar atrás y pensar que me perdí algo… ya siento pena cuando los días van pasando y voy viendo como todas estas experiencias maravillosas que he vivido han quedado atrás, pensar que no volverán me produce tristeza, pero también me anima saber que me quedan por delante muchísimos momentos si cabe aun más maravillosos y que solo tengo que estar muy atenta para no perdérmelos.

Bueno, dejando atrás estos pensamientos de mama novata os cuento un poquito como fue el parto. No puedo extenderme demasiado porque todo fue tan rápido y fácil que entrar en detallar mucho resultaría hasta aburrido.
El día anterior al parto, el viernes por la mañana, expulsé el tapón mucoso y fue entonces cuando comencé a prepararme porque sabía que el parto estaba cerca (llevaba dos días muy malos con dolores, sin poder dormir, etc.). Durante el viernes tuve contracciones más frecuentes pero irregulares y poco dolorosas. El viernes por la noche ya comenzaron a ser más frecuentes, cada 7, 8, 10 minutos y como ya eran algo dolorosas no pude dormir en toda la noche, además de que sabía que en cualquier momento se volverían regulares y para ello tenía que estar atenta.
A las 8 de la mañana desperté a mi pareja, pues ya las tenía cada 5 minutos (el dolor era todavía soportable).
Fuimos al hospital, y casi me devuelven para casa puesto que las contracciones aunque eran regulares no eran fuertes, pero antes de darme el alta me hicieron un tacto donde vieron que estaba ya casi ¡de 3 cm!. La doctora no podía creérselo, y me dijo que parecía que iba rápido (y tanto que iba a ir rápido). Viendo esto me ingresaron en preparto, donde después de una hora caminando acabe por romper aguas, y en media horita más estaba lo suficientemente dilataba para entrar en el paritorio.

Allí me preguntaron si quería epidural, a lo que por supuesto conteste que si, ya que aunque llevaba muy bien las contracciones, desde que rompí la bolsa se volvieron mucho más intensas.
La epidural me la pusieron sin apenas dolor, aunque con muy malas maneras por parte de la matrona y anestesista que me obligaban a colocarme en la postura con las contracciones, yo solo les pedía que esperaran a que se pasara para moverme pero ellas debían de pensar que no me estaría quieta cuando me picharan (no podían estar más equivocadas, puesto que con las contracciones el cuerpo se me paralizaba), por lo que me amenazaron con no ponérmela.
Pasado este mal trago la epidural fue haciendo efecto poco a poco, sobretodo del lado izquierdo que se durmió enseguida. El derecho tardo más y tuvieron que colocarme sobre ese lado para que hiciera efecto.

A los 40 minutos de haberla puesto vino la anestesista a preguntar si ya no tenía dolores, y efectivamente ya no los tenía, pero si sentía presión en la vagina, lo cual me preocupaba. Se lo comenté tanto a la anestesista como a la matrona pero no me hicieron mucho caso, ya que hace 40 minutos estaba todavía en 3 cm.
Como yo no paraba de decir que sentía presión finalmente la matrona me hizo un tacto y cuál fue su sorpresa que ya estaba de 10 cm y preparada para empujar. Me pidió que hiciera un par de pujos para ver si sabía hacerlos y tras comprobar que los hacía perfectamente me dejó empujando sola en la habitación con la ayuda de mi novio que me iba indicando cuando tenía que empujar y como lo estaba haciendo (aunque con la epidural no sentía casi las piernas si sabía cuando era el momento de empujar antes de que la maquina mostrara la contracción… fue bonito e incluso divertido. Además para las que tienen miedo sobre los pujos y la anestesia, decir que a mí no me interfirió para nada a la hora de empujar, pude usar perfectamente todos mis músculos).
Aquí hubo momentos de risa, ya que a mí me daba miedo empujar sola y que el niño saliera sin la presencia de la matrona. Esta se rió diciendo que no pasaría nada y que si la cabeza salía que la avisáramos, yo me quedé con los ojos como platos ¿¿¿¿cómo????  

Creo que estuve empujando unos 20 minutos, cuando ya estuve preparada para hacer los últimos pujos, ahora ya si, en compañía de la matrona y la auxiliar. Creo que empuje unas 6 veces y aunque todo iba muy bien en el último momento la matrona tuvo que hincarme el codo en el abdomen para ayudar al peque a salir y después hacerme la episiotomía porque el desgarro estaba asegurado. Yo ni sentía ni padecía, solo quería que mi niño saliera ya y que estuviera perfecto, aunque yo quedara rajada de parte a parte, eso era lo último que me importaba.
Mi chico estuvo mirando todo el expulsivo, y pudo ver como asomaba el pelito del peque y finalmente como salía su cabeza. El pobre estuvo llorando 20 minutos seguidos, casi llegó a la deshidratación.

Después de esto mi niño salió enseguida, y mi miedo de que no llorara inmediatamente después de nacer se disipó, puesto que solo había sacado la cabeza y ya estaba berreando. El niño venía con una vuelta de cordón, pero por suerte no estaba muy apretado y como mi parto fue tan rápido el niño no sufrió.

Fue maravilloso. Me lo pusieron encima y yo no podía creer que mi milagro hubiese cobrado vida. Era un sueño.
En seguida le pusieron a mamar y cogió la teta con fuerza (es un gran tragón) y ahí nos quedamos… mirándonos…  adorándonos…